Finaliza una nueva edición de Santander Music, con conciertos estelares como las actuaciones de Fuel Fandango y Carolina Durante.
Terminan tres días de conciertos en la península de La Magdalena. El evento cántabro —de referencia en el norte de nuestro país— pone fin a la música hasta el verano del año que viene. Estas son las claves que han marcado su undécima edición, con grandes conciertos, algunas decepciones y una preocupante bajada en el número de asistentes.
El triunfo de la letra pequeña del cartel. El éxito de un festival no se rige sólo por sus cabezas de cartel, aunque sean el principal reclamo del evento, y gracias a ello se vendan la mayoría de las entradas. Las sesiones vermú de Santander Music nos depararon dos conciertos maravillosos. Si el viernes Kokoshca nos fascinó con su actitud punkarra —en un show que fue de menos a más—, el sábado fue el turno para el músico madrileño Lucas de la Iglesia, conocido musicalmente bajo el nombre de su proyecto Confeti de Odio. El artista se ganó con creces un hueco en el escenario principal de Santander Music en próximas ediciones. Sus claves: vino con banda, un sonido más trabajado de lo esperado, letras efectivas y mucha actitud.
Las voces femeninas gritan con fuerza. Los festivales nacionales de música no son paritarios, y generalmente no cuentan con más de un quince por ciento de mujeres en su cartel. Un evento nunca debería de ser igualitario, debería por apostar por los mejores músicos posibles, sean masculinos o femeninos. Pero lo que no se entiende es que la cifra femenina sea ínfima. En la última jornada de Santander Music triunfaron las mujeres. La cantante de pop Zahara demostró que es un animal sobre el escenario, mientras que Nita —cara visible del grupo Fuel Fandango— protagonizó un espectáculo que pasará a la historia del evento.
Lo de Cayetano. Carolina Durante protagonizaron el mejor concierto de la primera jornada del evento, con un directo donde dejaron claras las claves que han convertido al grupo madrileño en la banda revelación del panorama nacional independiente. Sus canciones están llenas de momentos para corear y su actitud es contagiosa: no dejan de moverse, saltar y animar a los asistentes. Con la canción Cayetano llegó la euforia al recinto de la campa de La Magdalena, uno de los grandes momentos de las tres jornadas de música.
La música urbana siembra dudas. El año pasado, el rapero madrileño C. Tangana protagonizó un espectáculo que a la mayoría de asistentes al festival les pareció bochornoso, y cosechó muchas más críticas negativas que positivas. En esta ocasión, las críticas se las llevó la artista catalana de trap Bad Gyal, ya que su concierto tuvo un sonido bastante malo, playback, y mucho perreo. Sin embargo, el grupo Cupido sí que fue una pequeña sorpresa. La banda publicó a principios de este año uno de los debut nacionales más frescos e interesantes de los últimos tiempos, e hizo vibrar al público al ritmo de temas como Autoestima o No sabes mentir.
La alarmante bajada en el número de asistentes. El evento santanderino cada vez congrega menos público. Es un festival muy bien organizado, con una buena localización y más de una década de vida, pero el número de asistentes al evento ha descendido en casi diez mil desde hace cuatro años (de 27.000 a 17.000). La parte destacable es que desde la organización cada vez parecen tener más claro su papel como festival de mediano formato y sus aspiraciones. De momento, ya han puesto a la venta las entradas para la próxima edición, donde posiblemente apuesten por formaciones clave en el panorama musical independiente nacional como Lori Meyers o Viva Suecia, bandas que preparan nuevo trabajo, saldrán de gira y ayudan a vender entradas.