Hace veinte años la formación británica Blur estaba tocada de muerte. Y su salvación llegó desde Estados Unidos con un álbum que es historia de la música rock.
Una historia de contradicciones llena de genialidades. ¿Cuál era el problema de Blur? Una formación que cuenta entre sus filas con cuatro músicos extraordinarios, dos de ellos ascendidos a la categoría de leyenda de la música inglesa. ¿Damon Albarm o Graham Coxon?
Una formación que comenzó abanderando el pop británico de los años noventa para acabar inmersa en una espiral de guitarras distorsionadas. Entre los numerosos seguidores de la banda surgen dos posturas encontradas: la mejor banda de pop hasta que se vendieron al mercado norteamericano o, la mierda que realizaron a partir de su quinto álbum es sencillamente genial.
La explicación es fácil. En 1997 el pop británico que había transformado el mundo de la música en los años noventa acabó por saturar el mercado. Y Blur, cuyo último trabajo había sido derrotado en las listas de ventas frente al segundo álbum de su rival Oasis, What’s The Story Morning Glory, buscaba una salida. Y la solución se encontraba en Estados Unidos. Graham Coxon, que en muchos momentos de su carrera había llegado a afirmar que la música de Nirvana y su generación era odiosa, lideró a la formación hacia un espectacular cambio de sonido que conmocionó a la industria y al público.
Un álbum rupturista, sin título, que veinte años después de su lanzamiento sigue sorprendiendo con las escuchas. Todo es diferente, incluso la portada. La imagen distorsionada de un enfermero llevando a una persona en una camilla en un hospital es el símil perfecto (Blur estaba tocado de muerte antes de este trabajo). Un disco que comienza al ritmo de una guitarra distorsionada ejecutando con maestría unos acordes para la historia, Beetlebum, un tema decadente sobre el mundo de las drogas con reminiscencias electrónicas y un estribillo sustentado en un llamativo coro.
Y sin tiempo para descansar las guitarras de Song 2 hacen su aparición. Una breve canción de dos minutos y dos segundos de duración con dos versos y dos coros (de obligada escucha). Un tema convertido en un icono del rock.
Encontramos otras canciones interesantes. Los ritmos electrónicos de On Your Own, las guitarras aceleradas de M.O.R. (con fragmentos de una canción de David Bowie en los coros), los ritmos cercanos al punk de Chinese Bombs…