El músico santanderino Ángel Stanich es uno de los artistas españoles más interesantes del momento. Una figura única que factura canciones que se mueven entre el pop de guitarras y el folk de cantautores como Quique González hasta crear un universo personal. Podremos disfrutar de su directo el próximo día 30 de diciembre en Escenario Santander.
Con Ángel Stanich hay dos opciones: o te maravilla o le odias. Sus canciones llenas de personajes rotos y una voz agua y extraña que fascina (pero también incomoda) han dado lugar a una de las figuras más peculiares del panorama musical nacional. Además, el cantautor santanderino vive rodeado de un aura de misterio que ha acrecentado su figura. Y si a eso le sumamos una frondosa cabellera acompañada de una larga barba parece complicado no fijarse en su imagen antes que en su música. Todo se complementa.
Ya estoy cansado de hablar, creo que voy a disparar. Hey, Joe, ¿no irás a matarme? No sé, chico, es posible que pase… La canción Metralleta Joe es un himno, el tema que disparó la popularidad de Ángel Stanich. Imprescindible en cualquier lista de las mejores canciones nacionales de los últimos años. Y tres años después de llenar salas a lo largo de la geografía española llega su segundo álbum, que no ha hecho otra cosa que colmar las expectativas refrendadas en él, y que presentará el próximo día treinta de diciembre en el Escenario Santander.
Para empezar, Antigua y Barbuda es uno de los discos más interesantes del año. El músico factura un trabajo cercano al pop, con predominio de las guitarras, pero que mantiene los ingredientes que han caracterizado su carrera. Escupe fuego lleva años acompañando los conciertos de Ángel Stanich y ha evolucionado hasta transformarse en un tema imprescindible en su repertorio (escucha obligada). El mejor comienzo posible de su nuevo trabajo. Tu amor no arde, sólo escupe fuego.
Surgen los miedos. ¿Y si el artista santanderino ha decidido abrir su disco con la mejor cancion? Por suerte los dos próximos temas disipan todas las dudas. Más se perdió en Cuba es una balada con una preciosa instrumentación cuya intensidad aumenta según avanzan los minutos y Mátame camión es un himno instantáneo. Un tema con instintos suicidas y tintes autobiográficos que supone además una crítica al periodismo musical español. Una canción sustentada en una poderosa batería, llamativos sintetizadores y una letra que es imposible no tararear.
Un día épico es otra de las canciones que sobresalen. Un tema de pop con marcadas guitarras que ya había sido publicado antes del verano (en un pequeño trabajo a modo de aperitivo que lleva el nombre de Siboney). Quedan más momento épicos entre las once canciones que componen Antigua y Barbuda. Hula Hula tiene ritmos electrónicos que llaman a bailar. Y funciona. Y Le Tour ’95 es directa y sorprende narrando una historia de amor en clave de referencias ciclistas. Siempre hay un suizo que se crio en los Alpes y da guerra. Y algún matón de tejas que acaba haciendo añicos su carrera. Yo voy a correr por ti sin transfusiones.
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